Uno de los grandes temores para la gran mayoría es el que genera enfrentarse a un público, ya sea más o menos numeroso. El mero hecho de hablar ante otras personas es un momento bastante temido por la inseguridad que supone. La parte positiva es que, bien trabajado, ese miedo llega a desaparecer por completo. ¿Quieres saber cómo? En este post te lo explico.

Como ya dijo el artista George Jessel «el cerebro humano empieza a funcionar cuando naces y no se detiene hasta que sales a hablar en público». Una gran sentencia que más de uno hemos sentido en nuestra propia carne y que se acentúa todavía más en aquellas personas a las que les aterra ese momento en el que el tiempo se detiene, la saliva desaparece y el cuerpo se convierte en un manojo de nervios. Ese momento en el que se tienen que enfrentar a hablar en público.
Aunque para otros sea algo liviano es cierto que es un hándicap para la gran mayoría y, sin embargo, cada vez es más imprescindible hacerlo. Ya no solo sobre un escenario delante de multitud de personas, que quizás cohibe todavía más, sino también a la hora de presentar un proyecto ante un equipo, de tomar la palabra en una reunión o de manifestar una postura de manera vehemente.
Se trata de situaciones cotidianas en nuestro día a día que para muchas personas supone un gran reto. La parte positiva es que con un buen trabajo se llegan a superar esos temores. Os lo digo yo que era de las que se escondía detrás del pupitre del compañero en el colegio para que los profesores no me preguntaran y así no tener que hablar delante del resto de la clase. Quién me lo iba a decir a mí, años después, que hablar en público se convertiría en parte fundamental de mi profesión.
Como para todo, una buena preparación nos hará ganar confianza como oradores y mostrarnos más naturales. La cuestión no es hacer un discurso muy enrevesado porque como bien dijo Leonardo da Vinci «la simplicidad es la mayor de la sofisticaciones». La clave está en ser uno mismo. La naturalidad es una de las piezas para hacer que tu discurso llegue a la audiencia. Si no te encuentras cómodo con lo que estás transmitiendo o con la forma en la que lo estás haciendo tampoco tu público lo estará.


Prepara bien el contenido de tu mensaje. No hay nada que dé más seguridad que dominar a la perfección el tema que estás exponiendo. Cuando sabes, porque lo has preparado, de lo que estás hablando las dudas de cómo saldrá se disipan solas. Cuanto más sepas menos posibilidad de cometer errores. De todos modos, y haciendo referencia a Dale Carnegie «siempre hay tres discursos por cada discurso que das: el que practicaste, el que diste y el que te hubiese gustado dar».
Organízate todo el material que necesitas para la exposición. Incluso si se trata de un discurso o ponencia acude si es posible a visitar y familiarizarte previamente con el lugar donde se va a celebrar. Te hará sentirte más seguro.
Ensaya, ensaya y vuelve a ensayar. No hay mejor improvisación que la trabajada previamente. No dejes nada en el aire. Es importante que domines la entonación. Muchas veces, de los propios nervios, se empieza con un tono muy alto y se va descendiendo según va transcurriendo el discurso. Tampoco le temas a los espacios en blanco. Las pausas, bien empleadas, enriquecen el discurso y retienen la atención del espectador.
Los nervios llevan al cuerpo a un estado de rigidez de lo más incómodo. Por ello, para relajar la musculatura es importante que antes de comenzar la exposición se hagan ejercicios de relajación. Otro gran aliado son las respiraciones diafragmáticas.

En definitiva se trata de creer en uno mismo. Si lo piensas bien ¿qué puede ocurrir? ¿Que no salga lo bien que tú esperabas? ¿y eso es tan trágico como para anclarnos en ese miedo que nos paraliza y no nos deja avanzar? No, en el fondo sabes que no. Por lo tanto, confía en ti, en tu preparación, en tu discurso y recuerda algo: «Todo gran orador fue un mal orador en sus inicios» (Ralph Waldo Emerson). Así que no desistas en el intento y ve a por ello.
Si a pesar de todo lo dicho crees que necesitas un empujón extra, una formación más personalizada, no dudes en contactar conmigo. Te ayudaré a sacar el brillante orador que llevas dentro.
